martes, 13 de julio de 2010

LOS OJOS MAS BELLOS DE AFRICA



Un año más, muchas familias vamos a recibir en nuestras casas a un niño/a saharaui, dentro del programa “Vacaciones en Paz”.

Estos niños y niñas son embajadores de un pueblo al que no le permiten tener embajadas oficiales, al que se le ha negado la justicia y la dignidad desde hace ya treinta y cuatro años. Han nacido sin país, en el desierto, y sobreviven gracias a la ayuda internacional, ya que en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, situados en el duro desierto argelino, no existe ninguna posibilidad de ganarse la vida trabajando, como hacemos los que tenemos la suerte de trabajar.

Dicen que los saharauis tienen los ojos más bellos de África. Ellos nos hablan de nobleza, de dignidad. Y tal vez nos preguntan porqué nuestros gobernantes no reivindican su causa. No entienden cómo el gobierno de España apoya la causa saharaui sólo con palabras y los hechos los reserva para el rey de Marruecos.

Esta historia de tantos años de olvido comienza cuando a un rey ambicioso se le ocurre mandar a los más pobres de su reino a ocupar ilegalmente el Sahara Occidental, un territorio que entonces era colonia española. Los intereses políticos y económicos, como siempre, aplastaron la libertad de un pueblo.

El sultán mandó quitar las banderas españolas que ondeaban en los colegios, los cuarteles y demás edificios oficiales, y las sustituyó por inmensos carteles con su foto y por banderas de su reino, Marruecos. Banderas rojas, como la sangre de miles de saharauis a los que expulsó de la que había sido su tierra, persiguió y hasta bombardeó con napalm, quizás para no ser menos que el amigo norteamericano.

Desde entonces, los ojos más bellos de África, están bañados en las lágrimas de la impotencia y del atropello, del robo y del olvido.

Hoy, nos encontramos al pueblo saharaui dividido en dos mitades: por un lado los refugiados en los campamentos de Tinduf, y por otro los que se quedaron en su tierra invadida. Estos últimos ya no pueden más. Ya las nuevas generaciones, nacidas bajo el yugo del opresor marroquí, alzan sus voces en las calles, las universidades y en cualquier rincón ocupado por los invasores. Y entonces la mano del opresor se vuelve represión, tortura, violación, cárcel y muerte. Es la respuesta brutal de Mohamed VI a la intifada saharaui.

Los niños y niñas saharauis son embajadores de una causa olvidada, pero justa, porque toda persona tiene derecho a tener un país en el que vivir dignamente sin que ningún reyezuelo se lo arrebate. Cuando miremos sus ojos, los más bellos de África, veremos en ellos el orgullo de un pueblo que, a pesar de los intereses políticos y económicos de nuestros gobernantes, siente nuestra solidaridad y nos la agradece.

Que no se nos olvide nunca que el pueblo saharaui necesita gestos políticos, no limosnas. Empezando porque nuestro país reconozca al Sáhara como nación libre y soberana, que haga oír claramente su voz denunciando las violaciones de derechos humanos, que reconozca que el acuerdo de pesca firmado con Marruecos en realidad se tendría que haber firmado con el Frente Polisario, ya que las aguas pertenecen al Sáhara , Y tantas cosas más….

Ya basta de respuestas ambiguas y sonrisas con traición encubierta: El Sáhara no es una parte de Marruecos, es un país ocupado ILEGALMENTE y con resoluciones de la ONU que piden la celebración de un referéndum de autodeterminación que Marruecos se niega a aceptar.

Los ojos más bellos de África exigen sin violencias la libertad de su pueblo. Por eso, acoger a un niño o niña saharaui en nuestras casas es apoyar la reivindicación de esa libertad. Porque estos niños y niñas no vienen faltos de cariño, vienen faltos de justicia.

Esperanza Jaén Domínguez
(MADRE DE ACOGIDA)

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